Estimados amigos,

Compartimos con Uds, la entrevista realizada por EL COMERCIO a Iris Reyna, publicada el 29-01-2018,  la cuál trata de cómo afecta un escándalo en el clima laboral de una empresa y cómo recuperar su cultura cuando pasa por eso.

Una persona tiene ética cuando no está forzada por las circunstancias o por políticas internas a comportarse bien dentro de una empresa. Por otro lado, el hecho de que el líder de una empresa actúe mal no significa que toda la empresa haga lo mismo. En ambos casos, lo que sí es cierto, es que las personas éticas prefieren trabajar con líderes éticos, sobre todo los millennials. Por ejemplo, hasta hace muy poco, entrar a trabajar en una empresa de construcción como Odebrecht era seguramente motivo de orgullo: una empresa exitosa con contratos en toda América Latina. Esto cambió drásticamente a raíz de los últimos escándalos de corrupción.

Para Iris Reyna, experta en cultura, clima y cambio organizacional en Real Time Management, cuando una empresa es vinculada a casos de corrupción, termina quebrando la moral de los empleados y genera un éxodo de colaboradores, quienes pierden la confianza en la organización. El personal en general se desmotiva y permea un clima de constante zozobra. En el caso del personal más talentoso, aquellos con múltiples oportunidades migrarán a otras empresas. El impacto puede ser muy fuerte y tratar de recuperar la cultura dañada por las inconductas de sus líderes, es casi una tarea titánica.

En tiempos del “club de la construcción”, Reyna reflexiona sobre cómo se define el ánimo de los colaboradores en organizaciones que atraviesan estas situaciones. “Depende. Existen empresas que han mantenido un comportamiento ético en las brechas más altas. En cambio, hay empresas en las que los colaboradores sabían o sospechaban que había ciertas formas que lindaban con lo ilegal”. Para ella, aquellas compañías en las que la brecha era más profunda, pasar de tener una imagen de sus líderes de rectitud moral a verlos desfilar por los pasillos de la carceleta del Poder Judicial, resulta sumamente desalentador, porque se pasa de creer que se trabaja en una empresa sana a una antiética.

INNOVACIÓN A LA BAJA

En este contexto, no solo se ve afectado el ánimo sino todo lo relacionado a la productividad, así como la generación de innovación. “Las ideas innovadoras contribuyen a generar organizaciones más competitivas. Si se demuestra que al final la empresa resultó ser competitiva no por ser innovadora sino por ser ‘coimera’, las personas a cargo de los procesos de innovación sienten que su trabajo nunca fue valorado”, señala Reyna. La vergüenza que puede sentir el trabajador llega a ser tan grande que llega a olvidar los valores de la empresa que tanto siguió. Ella recuerda haber dictado un taller para trabajadores de Odebrecht, quienes se sentían orgullosos de pertenecer a la empresa. Hoy esas mismas personas solo dicen que están en el rubro de la construcción.

Si bien en general es casi imposible recuperar una cultura dañada, es peor si están implicados los fundadores de la empresa o los descendientes, como es el caso de muchas de las compañías vinculadas a los últimos casos de corrupción. Porque, cuando se trata de un gerente o ejecutivo ajeno a la organización, se podría establecer que esta persona no asimiló la cultura de la empresa, e hizo tratos por lo bajo para mejorar las finanzas. Pero, si se trata de una empresa familiar, el asunto es más delicado, porque la cultura se construyó sobre la base de los valores familiares.

En estos casos, si la cultura se expresa a través de los líderes de la organización, ¿se podría decir que estas empresas estaban corrompidas culturalmente? Reyna afirma que no. Es posible que la empresa, por un problema de falta de control, haya permitido que se generen determinadas conductas ilícitas. O, en el caso de los líderes, se trata de decisiones que se toman al más alto nivel, sin que el personal de las capas medias o bajas participe. Por lo tanto, son actuaciones que implican una participación mínima de personas. 

¿Cómo recuperar la cultura de una empresa que pasa por esta situación? Según la experta, existen cuatro puntos para tener una organización en la que se promueve la integridad, la ética y la transparencia.

1. Diagnóstico

Identificar cuáles son los comportamientos éticos y los no éticos.

2. Herramientas

Implementar una línea anónima para denunciar las faltas a la ética.

3. Liderazgo

Este esfuerzo debe ser liderado por la alta dirección de la empresa.

4. Sanciones

Aplicar con mano dura penalidades y castigos a las malas acciones.

Pero, para evitar llegar a este punto, que resulta tan doloroso para el personal, de ver a sus compañeros o líderes implicados en actos ilegales, es mejor implementar medidas que busquen prevenir estos comportamientos. Los altos ejecutivos de una organización deben preguntarse, ¿tenemos políticas o prácticas para evitar estas situaciones?

Muchos responden que poseen una línea ética, en la que cualquier colaborador puede denunciar de forma anónima un acto de corrupción. Pero, ¿funciona? ¿Cuántas llamadas se hicieron el año pasado? ¿y el mes anterior? Como en todas las decisiones de negocio, es mejor prevenir que lamentar.

Fuente: Entrevista a Iris Reyna, autor EL COMERCIO

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